"Tradition is nicht die Anbetung der Asche, sondern die Bewahrung des Feuers."
"La tradición no es la adoración de las cenizas, sino la conservación del fuego."
G. Mahler

martes, 22 de noviembre de 2016

CRÓNICA Y CRÍTICA DE LA ILÍADA DE PROYECTO HOMERO (LA JOVEN COMPAÑÍA): HUMANIDADES DEL MIGUEL CATALÁN EN EL TEATRO 15 NOVIEMBRE 2016

Gracias al Proyecto Homero de La Joven Compañía y la versión teatral de la Ilíada a cargo de Guillem Clua, los grupos de Humanidades del Miguel Catalán no solo vieron el 15 de noviembre una estupenda representación dramática, sino que han podido experimentar el encuentro con Homero, miles de años después de su obra. En esta entrada del blog queríamos dejar constancia de la respuesta de los alumnos y alumnas de bachillerato a los valores más profundos del ser humano que son las primeras víctimas de la guerra según Clua en diálogo con Homero. Encuentran en la obra esos valores y los confrontan con nuestra actualidad. Y de paso, dejan sus opiniones de espectadores venidos a críticos de escena.




Hay valores que se pierden en una guerra, según la obra, como la verdad, el amor, el futuro, la lealtad...
Pero el más representativo es el futuro, pues en cualquier guerra se destruye el futuro. Ya sea en Siria o en cualquier otra situación de conflicto, con todos esos niños que no tendrán un futuro digno donde puedan encontrar felicidad, educación y una vida normal en definitiva. O cuando la gente se ve obligada a abandonar sus puestos de trabajo y a sus seres queridos, las familias se ven obligadas a separarse y pierden el futuro que podrían haber tenido juntos y sus futuros individuales, porque tienen que abandonar los proyectos que tenían pensado hacer en los próximos años y empezar de cero. Se destruyen también edificios, que ya no podrán ser ejemplos de estudio o de visita para la posteridad, enfocado de una manera cultural. La gente que muere se queda sin futuro, pero la que vive después de una guerra vive traumada y esto modifica totalmente sus pensamientos y su manera de afrontar la vida. Por desgracia, también se genera un odio en quien sobrevive que no apaga las llamas de cualquier guerra, sino que las alimenta buscando unas posibles venganzas.

En toda guerra se pierden la verdad, la lealtad, la dignidad. La lealtad en la obra se pierde, porque se comportan como animales, en vez de como personas, matan a familiares, secuestran a mujeres... En la actualidad la lealtad se ha perdido en el sentido de que no podemos confiar en cualquier persona, que cada uno tiene una manera de pensar o defiende lo suyo. La sociedad en este momento no recurre de tal manera como antes a la violencia, pero en nuestra opinión, antes, si alguien era leal, había más fidelidad que en la actualidad. Ahora todo el mundo dice cosas o promete cosas, como los políticos, por poner un ejemplo, que luego a la larga no son realidad y ahora un pueblo no se pone a luchar contra un rey o un político.

El amor es el principal valor que se pierde en la guerra, porque los hombres actúan por impulsos y por defender su patria y su honor; solo tienen ganas de la victoria y no les importan mucho ni sus seres queridos, ni las personas muertas que conllevan las guerras, es decir, todos los muertos que ha habido entre Grecia y Troya en los diez años. En la actualidad en cualquier guerra también tanto hombres como mujeres pierden sus valores humanos. Los soldados abandonan sus casas dejando a sus parejas e hijos sin saber si volverán. Un claro ejemplo de esto es cuando Héctor no hace caso a su esposa ni a su padre, solo por querer ganar. Pero una guerra desencadena otra y nunca se acabará hasta que se retiren las armas y les dé igual ganar que perder.

Lo primero que se pierde en la guerra es la justicia, porque pagan unos por otra persona que ha actuado mal, y mueren inocentes. También se pierde en la guerra el humanismo, la dignidad, el honor, la razón, la integridad, la compasión. Podemos verlo con los yihadistas, que han perdido por completo la razón, no sienten ningún pudor a la hora de masacrar a su propio pueblo. Prefieren unirse entre ellos, y lograr lo que consideran correcto. Y no pueden estar más equivocados. De la misma manera podemos ver hoy en la guerra de Siria, cómo estamos olvidando lo que es ser seres humanos, los principios básicos; que ganar una guerra significa perderlo todo (personas, hogares, cultura). Que la piedad te hace más hombre que aquel que te dispara con un arma, que quieren paz haciendo guerra, que por los que luchamos y nos declaramos patriotas son aquellos que nos ven morir. Hoy en Siria se quebranta una cultura y se aniquila una sociedad que no toda es culpable de la situación actual. Bombardeando una ciudad, los deshonrosos pilotos dirigidos por enloquecidos tiranos de guerra ensucian su nombre con sus actos. Similar a Aquiles, cediendo a luchar en Troya después de su juramento en nombre de Agamenón, no dejando el cadáver de Héctor a su padre Príamo el cual pierde su honor al ponerse a los pies de Aquiles. A ver quién encuentra todos los cadáveres de Siria y su gente sin hogar como los troyanos.

 En tiempos de conflictos, ser empático es lo que nos hace ser humanos y muchas personas lo han dejado de ser a lo largo del tiempo. El orgullo y el egoísmo a veces se apoderan de las personas y no les dejan ponerse en el lugar del otro. Como ejemplo de egoísmo tenemos a las grandes marcas de comida rápida que no informan al consumidor del daño que les puede producir los ingredientes y los conservantes de sus productos, ya que muchas personas a lo largo del tiempo enferman y a los jefes y trabajadores les da igual, a la mayoría solo le importa el dinero, y no la salud de los otros. En la guerra las personas pierden el uso de la razón, la conciencia humana, algo, entre muchas otras características, que nos diferencia de los animales. En las guerras las personas se comportan como bestias y lo que quiere decir la obra es que en todas las guerras pierden todos, ya sean soldados, ciudades destruidas, o los miles y miles de personas inocentes.

Por último un terrible resultado de la guerra es la muerte de seres queridos. Por ejemplo en la guerra de Siria hay muchas muertes diarias de inocentes cuyas pérdidas lloran sus familiares, y ¿para qué? Todos acabaron muertos al final en Troya, la guerra no conduce a nada, solo a más guerra y más muerte.

Pero en la obra, aparece otra dimensión interesante de las relaciones. Cuando están en plena guerra, los mismos personajes de cada bando crean más conflictos con situaciones como las de Helena y Paris, la lucha entre Aquiles y Héctor por la muerte de Patroclo y el conflicto interno continuo que no consiguen solucionar y que sin darse cuenta y olvidándose de la armonía grupal y del amor, se les viene encima también. En la situación actual de España, ocurre lo mismo. Tenemos conflictos internos sin solucionar, mayormente entre la sociedad española, y también tenemos conflictos externos (economía), por lo que comparando estas situaciones, en ambos se demuestra la falta de lealtad y de armonía en la sociedad, pero, sobre todo, de amor general.

CRÍTICA DE LA PUESTA EN ESCENA

La escenografía planteada por La Joven Compañía es adecuada, dentro de lo posible, ya que una historia como la Ilíada no estaba escrita para ser representada, sino para ser cantada. Lo que nos ha resultado más positivo y original en dicha escenografía es el momento de las batallas donde intervenía un coreógrafo que ayudaba a los actores a hacer distintas posturas y figuras cogiéndolos para representar luchas o muertes, porque nunca lo habíamos visto y nos ha llamado la atención: era muy expresivo y hacía cada movimiento más bonito y que todo fuera muy real en ese escenario sin nada. Las coreografías expresaban muy bien los sentimientos de cada uno de los protagonistas. Pero en lo que discrepamos en clase es en el realismo de estos movimientos. Para algunos las coreografías daban la sensación de realidad. Pero otros creemos precisamente lo contrario, que les faltaba realismo a los momentos de lucha.
Las imágenes proyectadas en el fondo nos resultaron llamativas, pero nos desanimaron un poco, dado que nos gustó la idea de ver al actor/personaje emocionado dándole profundidad al personaje, pero no nos entusiasmó su ejecución.
Fue muy llamativo también que no hubiera decorado ni vestuario concreto o adaptado a la época de la historia, porque captaba la atención de los espectadores, centrándola en los personajes y en su actuación. Supieron jugar sus cartas para darle vida al escenario, algo pobre, jugando poco con la rotación del mismo.
A algunos nos asustó el caos inicial que crea que los actores estén siempre todos en escena, porque no se diferenciaba el cambio de un acto a otro, pero supieron arreglarlo con su buena actuación. Los dos bandos se diferenciaban mediante vestimentas distintas, de negro (griegos) y de color beis o más claritos (troyanos). En esa limitación de recursos, la escenografía jugaba mucho con las luces para dar protagonismo a quien hablaba o qué es lo que era importante en cada momento, nos mostraban cuándo había tristeza en la escena y cuándo había acción.
La utilización de los palos de madera nos hizo abrir la mente e imaginarnos la escena como si estuviéramos ahí mismo, viviéndolo. Nos gustó mucho que con tan poco consiguieran hacer tanto. El texto está muy bien, es muy poético, pero muy comprensible y entretenido, muy bien adaptado a nuestra época. Hay algunos momentos que se hacen pesados, porque hablan mucho contando la historia en vez de representando, aunque está claro que adaptar una obra que no es de teatro a teatro es muy complicado.

 En cuanto a la actuación, excluyendo la de Agamenón y Aquiles, nos pareció muy floja en un comienzo, como si estuviesen calentando. Algo que arregló Helena, que empezó con unas frases muy entrecortadas que parecían muy artificiales y pasó a crear una Helena de verdad, con intensidad y sentimiento, con vida detrás de sus palabras. Sin duda fue el personaje que más nos gustó a todos. Los Troyanos fueron cogiendo fuerza, aunque muy gradualmente, y llegaron a un buen lugar. Lo que sí quedó claro es que todos los actores se lo tomaban muy en serio. Se notaban su entusiasmo y sus ganas en el escenario, lo cual se ve reflejado en la calidad de la obra y consigue que el espectador se meta más en el cuerpo de cada personaje. Nos produce admiración el aprendizaje de monólogos tan complejos. La actuación y la puesta en escena desde nuestro punto de vista fue genial dándole bastante credibilidad a lo que estaban representando, creciéndose cada personaje de menos a más. Nos gustaron mucho los monólogos de cada personaje y la intensidad y la fuerza que le daban a sus palabras para que llegasen a nuestro interior.

Nos gustaron la crítica a la guerra y el ensalzamiento de la mujer.

Y en general podemos decir que la obra nos gustó mucho más que el vídeo promocional colgado en la web, que a algunos nos espantó.