Calíope, Musa de la épica, Museo del Prado |
«La cólera canta, oh diosa, del Pelida Aquiles,
maldita, que causó a los aqueos incontables dolores,
precipitó al Hades muchas valientes vidas
de héroes y a ellos mismos los hizo presa para los perros
y para todas las aves -y así se cumplía el plan de Zeus-,
desde que por primera vez se separaron tras haber reñido
el Atrida, soberano de hombres, y Aquiles, de la casta de Zeus.
¿Quién de los dioses lanzó a ambos a entablar disputa?
El hijo de Leto y de Zeus. Pues irritado contra el rey,
una maligna peste suscitó en el ejército, y perecían las huestes
porque al sacerdote Crises había deshonrado
el Atrida. Pues aquel llegó a las veloces naves de los aqueos
cargado de inmensos rescates para liberar a su hija,
llevando en sus manos las ínfulas del flechador Apolo
en lo alto del áureo cetro, y suplicaba a todos los aqueos,
pero sobre todo a los dos Atridas, ordenadores de huestes.»
(Il.1.1-16, Trad. E. Crespo)
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