Nos gusta mirar a Grecia desde esta ventana del blog, desde la ventana del IES Miguel Catalán. Esta vez les proponemos un juego reflexivo a los estudiantes de Humanidades de 1º de Bachillerato. El martes asistieron a la ponencia del profesor de Economía David Gómez que hablaba de su experiencia como voluntario en África durante varios veranos y recogieron sus ideas. Ahora toca ir a la literatura griega, a nuestra primera literatura, y ver algunas de esas ideas en la Odisea, en la obra fundadora de nuestro pensamiento, de nuestra cultura.
Leamos a Homero (Od.14.29-59):
«Apenas vieron a Odiseo [transformado en anciano andrajoso y sucio] los perros de furioso ladrar corrieron hacia él con sonoros gruñidos. Entonces Odiseo se sentó cautelosamente y dejó caer de su mano el bastón. Allí pudo haber sufrido un feroz asalto, delante del establo, a no ser porque el porquerizo acudió pronto y corrió desde la entrada con pies veloces, soltando el cuero de su mano. Dándoles gritos y con repetidas pedradas a uno y otro lado, ahuyentó a los perros y luego dijo estas palabras a su señor:
"¡Ah, anciano, por poco no te han despedazado los perros en un momento, y entonces me habrías dejado cubierto de infamia! ¡Bastantes dolores más y lamentos me han dado los dioses! Yazgo lamentándome y apenándome por mi heroico dueño [Odiseo], y me fatigo cebando cerdos grasientos para que otros se los coman. Mientras tanto aquel, tal vez necesitado de alimento, vaga errante por un país y un pueblo de habla extraña, si es que todavía vive y ve la luz del sol. Pero sígueme, entremos en la cabaña, para que tú también, viejo, te sacies a gusto de comida y bebida, y luego me cuentes de dónde eres y cuántos pesares has sufrido".
Después de hablar así, lo condujo a su cabaña el divino porquerizo y le hizo entrar y sentarse; esparció unas ramas frondosas y extendió sobre ellas el pellejo velludo de una cabra montés, su propia yacija, amplia y mullida.
Se alegraba Odiseo de que así lo acogiera, y se dirigió a él y le dijo:
"¡Que a ti, huésped, te concedan Zeus y los demás dioses lo que tú más deseas, porque con buen corazón me has acogido!".
Y le contestaste, en respuesta, porquerizo Eumeo:
"Extranjero, no tengo por norma despreciar a un huésped, ni si llega alguno incluso más mísero que tú. Pues de Zeus vienen todos los huéspedes y mendigos. Mi donativo resulta pequeño, pero sincero.»
(Trad. C. García Gual)
La pregunta sería:
«¿Dónde están nuestras ideas entre Homero y el movimiento de voluntariado de nuestro siglo? ¿Quiénes somos nosotros?»